La importancia de cultivar hábitos positivos para lograr el bienestar ocupacional en la escuela o el trabajo es bien conocida, pues el éxito siempre dependerá de tener rutinas saludables. Sin embargo, desarrollar estas prácticas puede ser un reto al principio.
Si deseas elevar tu rendimiento académico y mejorar tus perspectivas profesionales, considera estas cinco maneras de potenciar hábitos de pensamiento positivo:
1. Encontrar pasatiempos que mejoren tu estado de ánimo
Para las empresas, el bienestar ocupacional es más que una obligación, pues la salud física y estabilidad psicológica de sus miembros aumenta la productividad, reduce los niveles de ausentismo, rotación personal y mejora el servicio al cliente.
Por eso, una buena manera de prepararte para la vida laboral mientras estudias es encontrar pasatiempos que te permitan mantener un equilibrio entre ambas áreas de vida. Notarás que ciertas prácticas de activación física y relajación como el deporte, la danza, el mindfulness o el yoga ayudan a mejorar tu estado de ánimo.
Por otro lado, la práctica de alguna disciplina artística es excelente para canalizar emociones e ideas que podrían ser difíciles de expresar.
También puedes optar por pasatiempos como el ajedrez, que promueve hábitos para una mente positiva u otros que generan valor curricular, como el estudio de idiomas, cursos de formación continua en tu área o talleres para el desarrollo de habilidades interpersonales.
2. Establecer prioridades, metas y objetivos claros
Definir objetivos y jerarquizar tareas permite identificar los hábitos positivos y negativos en nuestras rutinas, reforzar los primeros y eliminar aquellos que no contribuyen a un óptimo desarrollo personal y profesional.
Por eso es tan importante establecer prioridades apoyándose en horarios y calendarización de actividades.
Al final de la semana, es útil revisar cómo ha funcionado este sistema y si es necesario, hacer ajustes para optimizar las próximas tareas.
3. Gestionar adecuadamente el tiempo y reducir la procrastinación
Este aspecto cobra especial relevancia cuando se busca compatibilizar los estudios con el quehacer profesional y la vida privada.
Te sorprenderá saber que el tiempo que dedicas al cuidado personal y las actividades de ocio tienen una repercusión grande en tu desempeño.
Desde una perspectiva psicológica, la procrastinación se define como el acto de postergar actividades o situaciones importantes, reemplazándolas por otras de menor dificultad o que ofrecen una gratificación instantánea.
Puede ser que esta actitud, convertida en hábito, sea una defensa frente al desbalance en una rutina en la que no hay espacios para atender las necesidades personales.
Partiendo de esto, el primer paso para combatirla es identificar la causa y reflexionar sobre qué medidas tomar para controlar la procrastinación.
4. Practicar la disciplina y la perseverancia
En otros casos, tener hábitos poco funcionales se relaciona con la necesidad de autodisciplina y se corrige a través de estrategias de organización y prácticas como el mindfulness, que ayudan a mantener la concentración en una actividad a la vez, potenciando la efectividad.
Para lograrlo, es básico distinguir entre los hábitos positivos y negativos y tomar acción para corregir los segundos, ya sea por cuenta propia o con ayuda de un especialista.
5. Aprovechar las herramientas y recursos disponibles
Si en tu escuela o centro de trabajo tienes la opción de inscribirte en una actividad extracurricular, recibir el apoyo de un terapeuta o puedes hacer cursos de formación continua, aprovechar estas oportunidades no solo contribuirá a tu crecimiento integral: también notarás que comienzas a desarrollar hábitos de pensamiento positivo y consigues hacer más en menos tiempo.
Construir hábitos para una mente positiva es una de las claves para elevar el rendimiento académico y profesional. Dar los pasos correctos en este sentido te pondrá en camino hacia el éxito.
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